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miércoles, 11 de noviembre de 2015

"¿La Gran Simulación?"

1:30 am, Santo Domingo-Distrito Nacional, en un centro privado de medicina general, llega un adulto joven a salas de emergencia de aproximadamente 40 años, procedente de un sector de estrato socio-económico sumamente alto, tan alto que a lo mejor puede acariciar las nubes y pedirle al todo poderoso que lo ilumine sin necesidad de orar, se veía bajo de estatura para lo grande que sentía creerse frente a los demás pacientes que estaban en espera, su elegancia era increíblemente atropellante para el ambiente en que todos estábamos acostumbrados a integrar, o quizás eramos nosotros los que nos sentíamos infravalorados por el poco sueldo y por las pocas atenciones que podíamos exigir, era tan bajito de estatura,  quizás un poco más que la poca sensación de felicidad que le auguraba a las demás personas del lugar, su vestimenta lucia sucia y descuidada, para un individuo de sus modales y sus costumbres, al momento de llegar a la emergencia simplemente informa con cara de susto que tiene un infarto, luego de quedarse de forma estupefacta por unos segundos, el médico interno que esta al lado del médico de emergencias decide salir corriendo a buscarle la camilla adecuada, en el cubículo adecuado, intimidado ante tal personaje. 

El paciente caminando de forma cautelosa pero con una cara que reflejaba todo el dolor del mundo y un poco más, lograba sentarse a puras penas, su cabello tenia pocas canas, casi todas a nivel bitemporal, era evidente que le anunciaban sigilosamente el paso de los años y quizás le recordaban sus malas decisiones y sus arrepentimientos de uno u otro desliz y curiosamente la frente de ese señor tan pragmático tenia las arrugas de veraguth, tatuaban esa parte de su cuerpo como el mar en ocasiones se llena de gaviotas como actrices principales de ciertos cuadros pintados a lienzo, como los que teníamos en ese momento en la oficina de triage, su pantalón le quedaba demasiado ancho y no lucia así por ser de color negro, más bien por todos los pliegues que se formaban alrededor de él, al igual que su correa que estaba llena de agujeros accesorios hechos a mano, aparentemente por problemas con su inestabilidad de peso, su camisa gris, reflejaba cierto grado de tristeza, nostalgia, a lo mejor cierto grado de depresión, todo esto me llamaba la atención pero aún me atraía más el hecho de que tenia un perfume Chic for Men de Carolina Herrera, y lucia rasurado y muy bien recortado de hace solo horas.

Me dice:"Doctor tengo una parestesia de miembro superior derecho y dolor en hemitoráx del mismo lado, siento palpitaciones, como que el corazón se me va a salir por la boca, tengo varias noches que no duermo y siento que me voy a morir, me duele la nuca", al concluir su exagerada expresión de dolor que obviamente tiene que ser mas allá de lo físico, con bastante somatización y un elevado grado de histrionismo por su forma tan pintoresca de describir su propio cuadro clínico, haciéndome pensar en unos rasgos de personalidad y en una o varias heridas del alma, de esas que nunca se pueden borrar, siendo todo esto incongruente a la inspección física, sí, a eso mismo que nos inculcan desde los primeros años de la universidad, cuando aún no sabemos ni el porque decidimos martirizándonos de la forma más bella y excitante nuestra ingenua y optimista existencia, esa observación elaborada en pocos minutos por el médico de emergencia, hizo pensar un poco más allá de los que la mayoría ven. 

Indicamos rutina completa de analíticas y estudios en donde no se visualizó nada y para colmo el electrocardiograma estaba mejor que el de cualquier médico veterano de la emergencia, de esos que se han tirado miles de batallas. Luego de todo ese largometraje de eventos en esa tan acalorada emergencia, el señor me dice: "¿Doctor sabe algo?, creo que mi problema es de la mente, porque tengo tantos problemas, en mi hogar, en mi empresa, conmigo mismo, que ni se por donde comenzar, pienso que ese es el origen de mi problema, me refugio en el alcohol para olvidarme de todo eso", y simplemente le respondo, ¿puedo ayudarle en algo?, creo que si, contesta de una forma apenada, cabizbajo y con ojos brillantes al punto del llanto, solo necesito que me escuche; inicia a narrarme una serie de eventos desafortunados  que  habían marcado cada una de sus neuronas como una huella imborrable y perenne que iba a permanecer mas allá de lo póstumo de su existencia.

Sin lugar a dudas era un individuo muy triste, infeliz y con una carga de ansiedad muy grande, al igual que su personalidad no le ayudaba, quizás por ser hijo de padres que tenían genes dañinos, jajaja, todos los tenemos de una u otra forma, realmente no le hacían su mejor aporte, quizás ser parte de un ambiente de hostilidad, a lo mejor las malas tomas de decisiones en el pasado y por todos esos resentimientos que eran guardados en el interior de su alma, como todas esas sustancias toxicas que alojamos en nuestro interior; creo que se llaman citoquinas, no recuerdo bien, pero sé que inflaman el sistema cardiovascular y ¿por que no?, todo el cuerpo, incluso la mente, así los sentimientos negativos que ha ido guardando han ido produciendo un estado de corrosión general en su estado físico y mental, pero lo penoso es que por ser en la emergencia no pude proceder con una evaluación completa para conocer ciertos pormenores mucho más detallados  y así llegar a un diagnóstico mucho más finalizado.

Estoy completamente seguro que como él existen miles que llegan igual a una sala de emergencias, aunque los libros dicen que el 20% de las consulta de medicina general terminan siendo pacientes que necesitan ayuda del departamento de salud mental; de una manera acertada pensamos en primera instancia en lo que debemos de pensar, una organicidad que ponga en juego la vida del paciente, pero luego que la descartamos muchas veces no hacemos el respectivo referimiento al médico que podría ayudar en la dinámica del pensamiento, de la conducta y al que definitivamente podría resolver los males del alma que siempre terminan siendo una gran simulación para el médico en formación.

Publicado: Dr. Arnulfo V. Mateo Mateo

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