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domingo, 20 de noviembre de 2016

"Comer sano a edades tempranas tiene su premio"

Comer sano durante la adolescencia reduce el riesgo de obesidad. Salud. La Nueva. Bahía Blanca

En la adolescencia una dieta que incluya frutas y verduras variadas, proteínas magras y granos integrales, pero que, al mismo tiempo, ponga un límite a a la ingesta de azúcar, a la carne roja y a los alimentos procesados tiene un efecto positivo sobre el riesgo de desarrollar sobrepeso u obesidad en la edad adulta.

"Las personas con una dieta más sana a los 15 años aumentaron menos de peso en los siguientes 5 y 10 años", comentó el doctor David Jacobs, profesor de epidemiología y salud comunitaria de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos y autor principal del estudio cuyas conclusiones publicó recientemente la revista The Journal of Pediatrics.

Durante diez años, el doctor Jacobs y sus colegas monitorearon la dieta y el peso corporal de más de 2.500 adolescentes que tenían 15 años de edad al comienzo del estudio.

El trabajo mostró que aquellos adolescentes que comían de forma saludable no eran más delgados cuando tenían 15 años, pero sí lo eran a los 20 y 25 años de edad.

Además, esa tendencia a tener un peso que se encuadre dentro de parámetros naturales se verificaba en forma independiente de otros factores del estilo de vida que fueron evaluados en los participantes del estudio, como, por ejemplo, los niveles de actividad física y el consumo de tabaco.

"Las preferencias y actitudes con respecto a la comida podrían estar establecidas ya a los 15 años de edad", comentó el doctor Jacob.

A su juicio, las elecciones que hacen lo adolescentes durante esa etapa establecen un patrón de dieta de por vida, lo que podría influir en el aumento de peso a lo largo del tiempo.

"Los padres y los profesionales de atención de la salud deben ayudar a los jóvenes a desarrollar hábitos de alimentación saludables y a reconocer que los gustos pueden cambiar", sostuvo el profesional.

La doctora Mónica Katz, especialista en nutrición de la Universidad Favaloro de Buenos Aires, destacó el valor de la educación nutricional en el adolescente como herramienta fundamental para prevenir el exceso de peso en la edad adulta.

"La obesidad es un desorden de aprendizaje que se puede revertir mediante los estímulos adecuados, pues las personas son capaces de aprender o desaprender conductas que afectan su salud", señaló la experta.

La recomendación del doctor Jacobs está en sintonía con un reciente statement de la Academia Americana de Pediatría de los Estados Unidos que recomienda que los padres y los médicos deben fomentar en los adolescentes un estilo de vida saludable en lugar de preocuparse por su peso corporal.

"Debemos concentrarnos en la salud y en las conductas saludables, en lugar de la cifra en la báscula", declaró el doctor Neville Golden, autor líder de las nuevas recomendaciones y profesor de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, Estados Unidos.

La recomendación de la Academia Americana de Pediatría nace del riesgo de desarrollar trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia, que hoy resulta frecuente entre los adolescentes, cuando intentan perder peso.

"En un esfuerzo por perder peso, algunos recurren a tácticas arriesgadas como los ayunos, el uso de pastillas de dieta y laxantes o el ejercicio en exceso", advirtió Golden.

Para ayudar a evitar esos problemas, los padres y los médicos deben alejar a los adolescentes de la idea de las dietas.

El eje de la alimentación en la adolescencia (y, vale decir, en cualquier etapa de la vida) es comer sano y variado.

Sin embargo los estudios sugieren que es muy alta la tasa de adolescentes argentinos que padecen sobrepeso.

La obesidad, verdadera pandemia del siglo XXI, puede y debe prevenirse desde la más tierna infancia, propiciando la alimentación al pecho exclusiva hasta los 6 meses de vida y posterior incorporación de una alimentación variada, rica en verduras, frutas, carnes magras y pobre en grasas y sin agregado de cloruro de sodio, continuando con la lactancia al menos hasta el año de vida.

Hay directa correlación entre los hábitos alimentarios familiares, hábitos culturales de selección de alimentos, de esparcimiento y de afectividad física (horas de TV, computadora, deportes, etc.), sumados a alguna incidencia de factores genéticos y el creciente desarrollo de obesidad infantil.

En nuestro país, en niños escolarizados, el 26.8% presenta sobrepeso y el 5.9 % obesidad, con elevados consumos de bebidas azucaradas y comida "chatarra" y sólo el 21.2% de los varones y el 12.4% de las mujeres realiza actividad física suficiente.

La Guía Nacional de Obesidad promociona una alimentación saludable, regulando contenido de sodio, grasas trans, etc., y propiciando un incremento de las horas e intensidad de la actividad física escolar y promociona el transporte activo (bicicleta, pedestrismo) y la actividad extraescolar.

El déficit de sueño nocturno y la deuda de sueño, también tienen una asociación significativa con el exceso de peso y alteraciones metabólicas asociadas.

Dr. Arnulfo Mateo (Hijo)
Médico Internista y Psiquiatra
Centro Medico Anacaona, 
San Juan de la Maguana.
Fuente: www.lanueva.com

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