MADRID. Han sido sólo 14 pacientes y de momento no se tienen muchos datos sobre su eficacia, pero un primer ensayo en fase 1 ha demostrado que la terapia inmune es segura para tratar la diabetes tipo 1 y evitar que el propio sistema inmune del paciente ataque a sus células productoras de insulina.
Las primeras pruebas que debe superar un tratamiento antes de generalizar su uso, se llevan a cabo con muy pocos pacientes y tienen por objetivo comprobar que es seguro, y no tanto cuál puede ser su eficacia.
En este sentido, un ensayo en fase 1 que acaba de publicar la revista Science Traslational Medicine ha cumplido este objetivo de seguridad en un grupo de 14 personas diabéticas (seis mujeres y ocho hombres recién diagnosticados) que han recibido por primera vez una terapia a base de sus propias células para tratar de controlar la diabetes tipo 1.
Esta modalidad de diabetes es una enfermedad autoinmune, a diferencia de la diabetes tipo 2 que se suele asociar a la obesidad y a una mala alimentación.
En el caso de la diabetes tipo 1, habitual en pacientes jóvenes (y también en niños), los propios elementos del sistema inmune atacan a las células beta productoras de insulina en el páncreas del paciente, debilitando su capacidad para controlar los niveles de glucosa en sangre.
En el pasado, como reconoce en su artículo Jeffrey Bluestone (de la Universidad de San Francisco), se ha probado la eficacia inmunomoduladora de muchas terapias diferentes, tratando corregir o reemplazar las células T defectuosas para evitar ese ataque del propio organismo; sin embargo, ninguna de ellas ha tenido un efecto duradero.
En esta ocasión, su equipo probó una autotransfusión de células T de los propios pacientes (de entre 18 y 43 años), previamente multiplicadas en el laboratorio. Como ellos mismos explican, con una pequeña muestra sanguínea de los participantes, se obtuvieron millones de células T reguladoras, que se considera que son defectuosas en los pacientes diabéticos porque son incapaces de mantener la respuesta inmune bajo control.
Dichas células T se cultivaron en el laboratorio hasta llegar a multiplicar por 1.500 su cantidad y de nuevo se volvieron a transfundir a los pacientes. En los ensayos de laboratorio, explican los autores del trabajo, estas células T multiplicadas también mostraron una mayor actividad que las células T no tratadas.
La principal buena noticia del ensayo es que esa inyección no tuvo ninguna reacción adversa en los pacientes, que toleraron bien la autotransfusión y no sufrieron ninguna hiper reacción inmune. Pero además, subrayan los investigadores, un año después, las células T transfundidas aún persistían en el torrente sanguíneo de los pacientes.
Con estos resultados preliminares sobre la mesa,la compañía estadounidense Caladris Pharmaceuticals ya ha anunciado que prepara el inicio de un ensayo en fase 2 para seguir comprobando la eficacia de esta terapia celular en el control de la diabetes tipo 1.
Publicado: Dr. Arnulfo V. Mateo Mateo
Fuente: www.elnacional.com.do
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