Los pacientes experimentan síntomas como dolor de pecho, falta de aliento y palpitaciones ya desde un mes antes del episodio.
Los episodios de muerte súbita, las muertes que se producen por una parada cardiorrespiratoria repentina, constituyen en torno al 50% de los fallecimientos asociados a la enfermedad cardiovascular. No en vano, el porcentaje de personas que sobreviven a un paro cardiaco repentino es inferior al 7%. Y es que como indica el propio término, ocurre de manera ‘súbita’ o ‘repentina’, por lo general en el domicilio o en un lugar público, que no en un hospital. En consecuencia, el afectado, que fallecerá en caso de no ser reanimado en cuestión de minutos, no llega a ser atendido por un médico. Y a ello se suma que el porcentaje de la población general que sabe practicar una resucitación cardiopulmonar (RCP) o usar un desfibrilador –de haberlo– es mínimo.
Sin embargo, las paradas cardiacas repentinas quizás no sean ‘tan repentinas’. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Cardiaco Cedars-Sinaí (EE.UU.) y publicado en la revista "Annals of Internal Medicine", los pacientes que sufren una parada cardiaca repentina suelen experimentar síntomas de alerta ya desde un mes antes de que se produzca el episodio.
Como indica Sumeet S. Chugh, director de la investigación, «la muerte súbita en la mediana edad tiene graves consecuencias para la sociedad, pues las personas afectadas son por lo general el principal sostén de sus familias. Además, menos de un 7% de los pacientes sobreviven al episodio, lo que tradicionalmente ha dificultado enormemente la identificación de los síntomas. Sin embargo, nuestros resultados sugieren que podemos utilizar un nuevo enfoque médico para predecir y prevenir esta condición devastadora».
No tan "Subitas"
El estudio, llevado a cabo con la participación de 839 personas que, con edades comprendidas entre los 35 y los 65 años, habían padecido una parada cardiorrespiratoria repentina, identificó como síntomas comunes la presión y el dolor de pecho intermitentes, la falta de aliento, las palpitaciones y otros síntomas inespecíficos como las náuseas y el dolor abdominal y de espalda.
De hecho, los resultados constatan que hasta un 51% de los participantes experimentó algún síntoma de alerta, sobre todo dolor en el pecho, antes de la parada cardiaca. Es más; el 93% de los participantes que habían experimentado algún síntoma lo volvió a notar durante las 24 horas previas al episodio. Sin embargo, solo un 19% de los mismos llamó a los servicios de Urgencias.
Como desataca Eduardo Marbán, co-autor del estudio, "nuestros resultados ofrecen una buena razón para no ignorar estas sensaciones inusuales por muy vagas que puedan parecer. Y es que siempre es mejor buscar atención médica inmediata que arriesgarse a morir de forma repentina".
Tal es así que la tasa de supervivencia de los pacientes que, una vez experimentados los síntomas de alerta, acudieron a Urgencias se estableció en el 32%. ¿Y en el caso de aquellos que no solicitaron ayuda médica? Pues solo en un 6%.
Desfibriladores implantables
Como concluye Sumeet Chugh, "a día de hoy contamos con desfibriladores implantables, dispositivos quirúrgicos que actúan como un salvavidas a largo plazo para los pacientes que padecen una parada cardiaca repentina. Además, dado que ahora nos damos cuenta de que la muerte súbita quizás no sea tan ‘súbita’, podemos aumentar la educación y concienciación al respecto tanto de los pacientes como de los profesionales sanitarios".
Publicado: Dr. Arnulfo V. Mateo Mateo
Fuente: www.abcsalud.com
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