Autores: Andrés Aizman , Marcelo Mercado , Max Andresen
RESUMEN
El tromboembolismo pulmonar (TEP) constituye, en frecuencia, la tercera patología cardiovascular después del infarto agudo al miocardio y el accidente cerebrovascular.
A pesar de los avances en prevención, técnicas diagnósticas y opciones terapéuticas, esta sigue siendo una patología frecuentemente sub-diagnosticada y potencialmente letal; series de autopsia muestran que se mantiene cerca del 15% como contribuyente o causa directa de muerte en pacientes hospitalizados en las últimas décadas.
En los casos fatales, aproximadamente 2/3 de los pacientes mueren durante la primera hora de presentación, en la mayoría de ellos como consecuencia de una embolia anatómicamente masiva o a más pequeños, submasivos o recurrentes. A pesar de que tradicionalmente se atribuye su letalidad al tamaño del émbolo, es fundamental considerar la reserva cardiopulmonar.
Al integrar el tamaño del émbolo y la función cardiopulmonar en el pronóstico del enfermo, el término de TEP severo o grave define cualquier combinación de éstos que determine un evento hemodinámicamente significativo.
La presencia de shock permite identificar rápidamente al subgrupo de pacientes con elevada mortalidad. Sin embargo, se desconoce la combinación exacta entre el tamaño del émbolo y la reserva cardiopulmonar que produce la inflexión en la curva de mortalidad.
Reconocer este subgrupo de pacientes con macrohemodinamia estable, pero con un mayor riesgo de complicaciones y mortalidad, permitiría establecer un umbral por sobre el cual justificar un manejo más agresivo, como la trombolisis.
Publicado: Dr. Arnulfo V. Mateo Mateo
Fuente: Revista Medica de Chile, Año 2012; 140: 1482-1489
No hay comentarios:
Publicar un comentario