El paciente obeso puede ser depresivo. Alguien con ese segundo trastorno puede comer más y tender subir de peso. Se trata de un “círculo vicioso” en el que ambas enfermedades producen cambios neuronales muy parecidos, señaló en entrevista el siquiatra Freddy Sánchez, del Centro de Atención y Rehabilitación Integral, de Barranquilla, Colombia.
México, recordó, “ocupa el primer lugar a nivel mundial en ese flagelo”, así que es necesario abordar el asunto desde distintas disciplinas para prevenirlo, aconsejó. Siete de cada 10 adultos padecen sobrepeso u obesidad, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
“No hay que mirar esto sólo como un problema de la barriga. La grasa acumulada, en cualquier parte del cuerpo, es interpretada por el cerebro como una amenaza cuando pasa cierto límite”, lo que desencadena estrés y a largo plazo las células cerebrales mueren. Ese fenómeno también se observa en la depresión, advirtió.
La “amenaza” que sufre el cerebro ante la obesidad es como “si un león estuviera frente a nosotros”. La tensión genera una actividad errática del hipotálamo –el cual controla el sistema nervioso-- y la inflamación de las células. También esto se observa en quienes están deprimidos.
La hinchazón celular ocurre de manera discreta, suave pero constante, agregó. “Al principio pasa inadvertida, lo que hace que vaya colonizando más células”. Lamentablemente eso abre el camino para enfermedades como hipertensión arterial, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer, indicó.
En el país, desde el año 2000 la diabetes es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres, también de acuerdo con el INSP.
Algunos consumen ciertos alimentos porque les proporciona bienestar emocional. Pero más allá de la sustancia que contengan, se debe a que en el cerebro hay una zona llamada “centro de recompensa”. Al comer, por ejemplo, un chocolate o un helado alto en azúcar y sentirse bien con ello se libera dopamina, un neurotransmisor asociado al placer. “Entonces se refuerza el mecanismo y se vuelve un patrón patológico de comportamiento”, explicó.
La obesidad y la depresión afectan también la vida sexual. Para disfrutar de una sexualidad responsable “no hay que sentirse avergonzado por el cuerpo que se tenga”, lo cual es difícil para algunos de los que tienen sobrepeso.
Psicológica y físicamente, ambas enfermedades inhiben la respuesta sexual debido a los cambios bioquímicos que se producen. Por ello es necesario que psicólogos, médicos y psiquiatras intervengan, insistió.
Publicado: Dr. Arnulfo V. Mateo Mateo
Fuente: www.jornada.unam.mx
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